Distancias inmensas y áridas en las que se encuentran esporádicas y sorprendentes manifestaciones de una pasión espontánea.
Fe y fidelidad puestas en milagrosos santos, muchos de ellos, no canonizados.
Construidas, mejoradas y acrecentadas por manos invisibles, están casi siempre solitarias.
Sin embargo, la mayoría muestra el cotidiano arreglo y cuidado por las mismas (u otras) manos inmateriales que detuvieron su marcha un momento, hicieron un pedido o agradecieron una gracia.
Altares aislados y singulares de un culto extraoficial y popular, pero de una innegable autenticidad.
Santiago Echaniz